domingo, 6 de marzo de 2011

Un ejemplo de "prensa" adicta

Sonrientes. Russo, Galende, Czudnowsky y Barone en su costoso programa piden “buena onda”.
Estos personajes nefastos desde todo punto de vista, se dedican a calumniar  a sus colegas, se jactan de decir lo que piensan y descalifican a los que piensan distinto. Pero si al Gobierno no le gusta un invitado o no está conforme con la edición de un video, el programa que se ocupa de denigrar al periodismo tiene que cambiar sus contenidos o directamente no sale al aire. Así lo establece el contrato que firmó la productora que conduce el mercenario mediático Diego Gvirtz, “responsable” del ciclo ultrakirchnerista “6,7,8”.
“La productora considerará de buena fe los aportes efectuados por el personal del Sistema Nacional de Medios y acogerá sus sugerencias con respecto al contenido de cada uno de los capítulos y su realización”, dice el punto 2 del contrato, que no hace ningún esfuerzo en disfrazar las órdenes o actos de censura previa. Las sugerencias, está dicho, son para ser cumplidas.
La censura en este programa inmundo ya se hizo visible, al menos una vez, en julio de 2009, cuando el programa tuvo una repentina interrupción, justo cuando los panelistas hablaban sobre las sospechas sobre el patrimonio de los Kirchner. De pronto, la señal cambió a un partido de voley.
Otro punto de interés en los contratos, son los costos que tiene el programa para el Estado.. Para los primeros programas, se le pagó a la productora 20 mil pesos por cada emisión. En otro contrato, ya para el ciclo de este año, se decidió pagar mucho más: 760 mil pesos más IVA por mes (a 30 mil pesos por programa), además de 50 mil pesos por cada uno de los programas emitidos los domingos. Esto significa que, de mantenerse durante todo un año, la productora cobraría 11.520.000 pesos del Estado.
 Por contrato, la productora debe hacerse cargo del sueldo del conductor Luciano Galende (ex periodista de Canal 13 ) y los columnistas Orlando Barone (ex Clarín y La Nación ), Sandra Russo (ex Radio Mitre y Página12 ), Carla Czudnowsky (ex Telefé y Canal 13 ), Cabito Masa Alcántara y Carlos Barragán (con un largo paso por Radio Mitre) . La primera conductora del ciclo, María Julia Oliván, lo abandonó acusando la “radicalización” del programa.
La productora, sigue el contrato, también debe cubrir el costo de la edición de los videos que dan cuerpo al programa, más los sueldos de asistentes y editores.
Llama poderosamente la atención que todos estos individuos que hoy se arrogan estar enfrente del gorila grupo clarín hayan sido siervos del monopolio. Ninguno de ellos se refirió jamás a la adopción irregular de los hijos de Noble. Ahora si. Ahora se acordaron de que esos chicos son hijos de desaparecidos. Antes no.
Lejos de promover la democratización medios, la política mediática del Ejecutivo, de sus socios televisivos y de la prensa escrita que sigue sus dictados, busca monopolizar la comunicación, con la simulación y la hipocresía como metodología excluyente.
El deliberado cinismo y la falta de escrúpulos de los medios kirchneristas parecen no tener límites. Por ejemplo, luego de decir que Pino Solanas era  la “pata progresista de TN”, los periodistas adictos presentaron imágenes del acto en que se anunció el hallazgo de un importante yacimiento de gas en la provincia de Neuquén, al que acudieron la Presidenta CFK, el presidente de Repsol-YPF, Antonio Brufau, el banquero santacruceño Esquenazi (accionista del 15% YPF gracias a Kirchner) y algunos líderes de la oposición conservadora.
Si por algo se caracteriza “6-7-8” es por ocultar los grandes temas nacionales y hacer la peor ideología como hizo Neustadt con el menemato. El contraste señalado más arriba es paradigmático, y demuestra el absurdo comunicacional llevado a su máxima expresión: se cuestiona la participación del diputado Solanas en programas de TN cuando tanto “6-7-8”, como “Duro de Domar” y “TVR” no sólo no lo invitan sino que, para mayor gloria, tergiversan sus ideas y omiten de manera deliberada y cínica sus argumentos en torno al vaciamiento del patrimonio público y el saqueo criminal de nuestros recursos estratégicos, hidrocarburos, pesca, minería, tierras: porque el gas que se descubrió en Neuquén no le pertenece a la Nación, como se quiso hacer creer, sino a las transnacionales neocoloniales aliadas del Gobierno nacional.
Los comunicadores kirchneristas adictos vienen de la mano ilustradísima, “nac. & pop”, de J. P. Feinmann y la “deconstrucción de la noticia”. Son quienes se arrogan la propiedad del periodismo crítico, pero desde la “TV pública” y aliados no dejan de atizar, más que cualquier canal privado de intereses naturalmente corporativos, la gangrena intelectual de los televidentes al desinformar y legitimar subrepticiamente la mismísima entrega de nuestros bienes naturales a manos de empresas neocoloniales.
Repitiendo sin descanso argumentos en torno a los derechos humanos, y señalando a Macri y a Clarín como el eje del mal, desde la TV oficialista se descarta calculadamente referir, por ejemplo, los beneficios millonarios que obtendrá el grupo Macri con la compra irracional de 10.000 millones de dólares de material ferroviario a China; el sospechoso canje de deuda por la misma suma; la ilegitimidad de la deuda al Club de París; los negociados espurios de Jaime y las estrechas relaciones de la secretaría de Trasporte con Pedraza y sus secuaces; los vínculos del Ejecutivo con el genocida Insfrán; el amparo presentado contra la ley de glaciares por el gobernador Gioja; el neofeudalismo del PJ en el conurbano; y así una incontable cadena de hechos que demuestran la verdadera faz política antinacional del kirchnerismo.

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