viernes, 4 de marzo de 2011

Burócratas: Luis Morán y Héctor Morcillo

En esta edición, presentamos a Morán y Morcillo, cabezas de la lista verde en el gremio de la alimentación. Amables y conciliadores con las multinacionales del sector, enemigos acérrimos de la lucha independiente de los trabajadores, son dos claros representantes de la burocracia argentina.


Luis Morán y Héctor Morcillo
Luis Bernabé Morán y Héctor Morcillo son dos históricos de la CGT. Se trata del secretario general y el adjunto de la Federación de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (FTIA), respectivamente, gremio que comprende a más de 80.000 trabajadores en todo el país. Morcillo, además, es titular del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) filial Córdoba. Estos burócratas ubaldinistas y moyanistas, hicieron pie en la conducción de la CGT, cuando Rodolfo Daer(1) se desempeñó como su secretario general, entre 1997 y 2004.

Morán es un histórico de la central, siempre vinculado al Partido Justicilista, y atornillado a su sillón desde hace más de 25 años. Morcillo, ex legislador peronista por el delasotismo, rentista que siempre se caracterizó por su moderación, trabajó activamente en su provincia por la conformación del frente sindical “Kirchner 2007” . Hablamos, pues, de dos hombres integrados plenamente al partido de gobierno. Mientras las empresas del sector alimenticio vienen ganando inmensas fortunas(2), los obreros cobran en promedio un salario de $2.000, en tanto el propio sindicato, con total descaro, fija la canasta familiar en $3.800. A eso se suma un cuadro de flexibilización laboral (donde hacer horas extras es común para redondear un salario algo más digno) con contratos esclavistas, como el de Mantecol y Cadbury, y miles de contratados y tercerizados en toda la industria. “Las empresas están haciendo mucho dinero. Que lo hagan, está bien, pero que no se olviden de los trabajadores y trabajadoras que somos quienes ponemos el hombro”, alegaba Morán, como si las multimillonarias ganancias de las empresas no fueran a causa de la explotación de sus trabajadores y como si nada tuviera él que ver con la precarización laboral del sector y los pobrísimos salarios que las compañías pagan a los empleados.

“El gremio siempre está dispuesto al diálogo”, declaraba Morcillo. Siempre más proclives a la mesa de negociación con las multinacionales que a la lucha, el rol burocrático de Morán y su adjunto en el reciente conflicto salarial fue aleccionador. “Todavía estamos muy lejos y si no hay avances, la situación se va a volver crítica, porque las bases presionan por un aumento urgente”, debieron admitir desde la conducción gremial de la alimentación. Efectivamente, presionados por la lucha independiente de los trabajadores, ambos rentistas sacaron medidas a regañadientes en tanto pedían “gestos” a los empresarios para evitar que la situación desatada en Córdoba, donde los trabajadores de Arcor paralizaron totalmente la producción, yendo al paro por tiempo indeterminado y al corte de ruta, se extendiera a toda la actividad. Su lista verde jamás encaró un plan de lucha en serio, se negó a organizar un fondo de huelga mientras las patronales aplicaban severas retenciones a los obreros, llamó a acatar la conciliación obligatoria del gobierno nacional mientras las bases la rechazaron, permitió que partieran camiones con producción, e intervino, allí donde los trabajadores impulsaban asambleas, infundiendo temor con los despidos y los descuentos, oponiéndose y boicoteando las medidas de acción, desactivando los piquetes y aislando a los obreros de las distintas fábricas.

“Estamos dispuestos a dialogar para llegar a un acuerdo favorable para todos”. “Nosotros pedimos $3.200 de básico pero no es nuestro número final; si hay una propuesta que se acerque, podemos analizarla”, asumía el titular del gremio cordobés. Finalmente, satisfechos por un acuerdo insuficiente que jamás se propusieron alcanzar, Morán y Morcillo aprovecharon el desgaste de los obreros y cerraron un acuerdo en cómodas cuotas para las multinacionales, que incluye cifras no remunerativas, obviando, en su resolución, el reclamo salarial propuesto por los trabajadores, claros protagonistas de las últimas luchas y que, además, no garantiza el cobro de los días de paro.

Debido al surgimiento de nuevas comisiones internas y cuerpos de delegados antiburocráticos, el rechazo hacia la conducción crece y se extiende entre los obreros. No por nada los trabajadores de Arcor en Córdoba, en medio del plan de lucha, golpearon y echaron de una asamblea al secretario provincial.

La organización y la lucha independiente es el camino que deberán seguir los obreros de toda la alimentación para barrer definitivamente del gremio a Morán y Morcillo, dos claros exponentes de la burocracia sindical argentina.





NOTAS:

1) Ver ER, Nº 52, noviembre de 2009.

2) Kraft aumentó 185% sus ganancias. Con la compra de Cadbury, facturará anualmente 600 millones de dólares. Felfort tiene $160 millones en ventas anuales. Arcor, emporio de los Pagani, ganó en 2009 u$s2.300 millones. Nestlé factura $1.800 millones al año.

Fuente: "Desfile de burocratas". El revolucionario Nº 59 (07/10)

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