El kirchnerismo busca presentarse a sí mismo como una variante “progresista” del PJ y como responsable de una supuesta “renovación” en la política nacional. Bien lejos de esta realidad, como es sabido, las listas del Frente para la Victoria kirchnerista estuvieron plagadas de punteros, asesinos y corruptos, un clásico del pejotismo.
La foto de la verguenza. El pacto para entregar la soberanía.
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El gobierno nacional se viene esforzando para sostener su imagen como una fuerza “popular, nacional, progresista, y democrática”. Dicen que sus oponentes, la mayoría del mismo tronco peronista, o aliados de sus referentes, como Duhalde y Rodríguez Saá, son “la derecha”.
Además, insisten en que han estimulado una supuesta “renovación” en la política argentina, dando paso a las nuevas generaciones. Sin embargo, basta con pegar un vistazo a los nombres de quienes ocuparán bancas y despachos a partir del 10 de diciembre de este año para desmentirlo.
En la provincia de Buenos Aires, fue electo diputado Mario Oporto, ladero de Juan Carlos Rousselot en Morón, en una de las intendencias más corruptas de la historia; subsecretario de Carlos Menem y funcionario de Ruckauf y, finalmente, funcionario de Scioli. Graciela Giannetassio, bien conocida por los docentes bonaerenses, en los ’70 fue funcionaria municipal en Florencio Varela; en los ’80 en Lomas de Zamora; con Menem fue diputada y, con Duhalde, ministra de educación provincial y nacional. José María Díaz Bancalari, senador menemista y espada kirchnerista, obtuvo su reelección, mientras debutará en la cámara Facundo Moyano, hijo del burócrata de la CGT y burócrata él mismo en el gremio de los peajes.
Ni hablar de los municipios, donde representaron al Frente para la Victoria, como candidatos triunfantes, personajes como Fernando Espinoza en La Matanza; Julio Pereyra en Florencio Varela o Raúl Othacehé en Merlo. Ninguno difiere mucho de otras variantes que obtuvieron triunfos aislados, como Vicente López, donde Jorge Macri, primo de Mauricio y candidato de Duhalde, le ganó al histórico Enrique “Japonés” García, o San Isidro, que prefirió al radical-peronista Gustavo Posse, que iba con Alfonsín y De Narváez.
En las gobernaciones, además del reelecto bonaerense Daniel Scioli, en Jujuy, Eduardo Fellner, reemplazará a su segundo, Walter Barrionuevo. En una especie de enroque, el ex gobernador llegará al congreso como senador, junto a Liliana Fellner, la hermana del nuevo gobernador que, recordemos, ya lo fue en 2003, cuando abrió la cuenta de asesinatos en la represión a movilizaciones del kirchnerismo, con el fusilamiento de José Luis Cuéllar frente a la comisaría de Libertador Gral. San Martín. Sergio Urribarri en Entre Ríos, el socio de la Barrick Gold, José Luis Gioja, en San Juan o Gildo Insfrán, el formoseño fusilador de los Qom, fueron reelectos, todos con amplísimas mayorías en sus legislaturas. Poca diferencia hay con los puntanos Rodríguez Saá, que conservaron el dominio de San Luis.
En el senado nacional, representando al kirchnerismo, se sentarán codo con codo personajes como Aníbal Fernández y Carlos Menem, quien finalmente alcanzó su reelección como senador, gracias a su acuerdo con el Frente para la Victoria.
En definitiva, lejos de la pretendida “renovación” que dice estar implementando el kirchnerismo, salta a la vista por todos los ángulos como los mismos punteros, asesinos y corruptos que llevan décadas gobernando contra el pueblo trabajador
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