Félix Herrero
Por: Félix Herrero (*)
"El capital es eterno. Pasa sobre las cosas perecederas, pasa sobre los hombres mortales sin fenecer. Si el rédito o parte de él se incorpora al capital, el capital crece hasta el infinito, sin más límites prácticos que los remedios heroicos que las sociedades urden para contener su absorción, con ciclos críticos o con crisis que cercenan de golpe el desmesurado crecimiento. El capital no fenece y por eso fundamentalmente es inhumano”*. Raúl Scalabrini Ortiz
Modelo. Es una formulación, no necesariamente matemática, que se utiliza en economía, derecho, sociología, política, etc. para describir un sistema de conformar una sociedad o un sector de ella. Cuando el modelo es integral, referido al terreno moral, político o institucional se lo suele llamar simplemente modelo.
Modelo K. Se lo define, y así lo hace la presidenta de la Nación, como industrializador con inclusión social, a partir de la generación de puestos de trabajo y crecimiento del mercado interno.
Así definido es parte del relato y no de la realidad. La narración gubernamental olvida que el país no fue reindustrializado, que sigue siendo un extractor y exportador de materias primas, que su característica de economía primaria y de servicios no se ha alterado. Que la creación de trabajo generada en los primeros años del kirchnerismo hoy muestra serias caídas. Hay demasiada desocupación, trabajo en negro, juventud sin ocupación.
A la autodefinición económica y social que hace el kirchnerismo elude el carácter de exportador de materias primas (soja y minerales) en una sociedad donde las finanzas mantienen beneficios tributarios y de libre disponibilidad de utilidades, inexistentes en otras partes del mundo: se puede afirmar sin temor a equivocarse que el modelo del gobierno mantiene la continuación de los regímenes neoliberales de entidades financieras, banca central, radicación de capitales extranjeros, de reforma del Estado, etc. instaurado por el menemismo.
Es decir que el modelo kirchnerista conjuga una serie de objetivos y de mitos: al modelo se lo narra como inclusivo aún cuando deja afuera a mucha población empobrecida. Se proclama peronista, o con timidez como nacional y popular, a pesar de la altísima concentración de la riqueza que establece y con ministros y vicepresidentes venidos del alsogaraísmo y asesores como Roberto Dromi mientras mantiene la entrega de la minería, el petróleo, las finanzas, etc.
El capitalismo kirchnerista. Su astucia consiste en no establecer compromisos duraderos ni tener socios permanentes, tanto en el orden interno (Clarín lo fue, sectores agrarios también) como internacional. Ayer sus asociados eran chinos y brasileños, ahora de nuevo son los americanos del norte, sin dejar nunca de lado a los europeos. Los chinos y Europa compran soja y biocombustibles, las firmas automotrices euroamericanas lo asocian con Brasil, los minerales van para Brasil y el Canadá de las empresas británicas, el gas natural para metano se dirige a Estados Unidos y a China, el potasio en su totalidad al Brasil.
Recomponer las relaciones con Estados Unidos parece ser la nueva dirección del capitalismo kirchnerista. Para ello no hay que molestar a los socios petroleros y mineros.
Las empresas petroleras y financieras que se disponen a reponer el crudo agotado en el mar del Norte por el de nuestras Malvinas siguen actuando ilegalmente en nuestro país sin ser sancionadas: la responsabilidad de la presidenta y de muchos de sus funcionarios surgirá, sin duda, en el futuro, como una de las causas mayores de las prácticas ilegales del capitalismo kirchnerista. Ahora se suma el proyecto Ley de anulación del acuerdo que en Madrid entregaron Menem y Di Tella al Reino Unido: ¿la presidenta seguirá con la narración peronista o progresista mientras dudará una vez más entre vetar o no cumplir las leyes?
La continuidad capitalista se encuentra con los vetos a las leyes sancionadas por unanimidad: la ley de protección del bosque, la de los glaciares, y la dificultad para sancionar una ley de regulación de las entidades financieras. La de glaciares se terminó sancionando porque no podía repetir el veto pero para no cumplirla, todo lo cual se agrega al capitalismo en broma.
Afirmaciones en el fracasado G-20 en Cannes. La presidenta, luego de las elecciones que la transformó en la primera mandataria reelegida en el país, no sigue las enseñanzas de su maestro en la extranjerización: Menem aconsejaba mantener en reserva preelectoral las medidas que le quitaban adhesiones, como las desnacionalizadoras. Para el cipayo Menem no había que anoticiar que iba a privatizar el país pero lo dejó para después. En el caso de nuestra actual presidenta luego de la reelección también lo hizo al afirmarle a Barack Obama que adhería al capitalismo y que “no se puede pasar por alto el liderazgo de Estados Unidos a nivel global”. No se animó a decir que ese liderazgo está en decadencia y que se basa en el poder de las armas y no en el de la moral.
Además pasó a confesar algo que no necesitaba hacerlo porque es evidente y hay demasiadas pruebas precisas y concordantes de que su modelo en serio es el Capitalismo más crudo, que no se oculta en ningún capitalismo jocoso. Es en broma cuando importa dólares en valijas no declaradas, cuando formula un capitalismo de amigos, cuando no permite fusiones o compras de empresas si no le dan un diego a sus socios o al Estado para que luego “argentinice” para sus amigos, cuando veta leyes votadas por todos como la de los glaciares, de los bosques naturales, o la aplicación parcial de los artículos de la ley de prensa, o el veto parcial de la ley de partidos políticos para evitar la existencia de partidos que ponen en crisis a sus adictos, etc.
Capitalismo en serio. Cuando dice que hay que ser Capitalista en Serio, dice que en serio el gobierno seguirá siendo capitalista, porque no hay capitalismos distintos: los que existen son modelos de diferente gestión, o de formatos variables como eran, hace algún tiempo el capitalismo estadounidense y el capitalismo europeo. Este último resultó de la acción común de los socialdemócratas y demócratacristianos que pretendieron establecer un capitalismo más humanista y ético, como si capitalismo y ética fueran categorías conciliables.
Pero no nos preocupemos en definir este modelo que se hizo flexible para lograr caja propia, enriquecimiento con propiedades inmobiliarias, y negociación para obtener participación accionista a parientes y amigos, en las empresas extranjerizadas (YPF S.A., intentos en Cerro Dragón, participación minoritaria en Cerro Vanguardia, etc.). Este es el capitalismo de broma y de amigos al que será difícil transformarlo en serio: en las cajas de caudales de los modelos de acumulación por corrupción y presiones, también, como las de sorpresa, salta siempre el payaso que se ríe del futuro de todos.
La imprecisión y el equívoco dan más libertad de acción que los propios programas que no se mantienen en el tiempo. El corto plazo se relaciona más con el relato que con el modelo. Mientras tanto, es el poder mediático el que asegura los privilegios al servicio de los socios y amigos.
Algunos, ingenuamente, creen que el kirchnerismo está imitando al peronismo que tuvo planes y documentos básicos para establecer su economía mixta: el primer plan quinquenal fue un conjunto transformador de Leyes, el segundo consistió en 808 medidas concretas y conectadas hacia los fines de los tres objetivos básicos del peronismo. El plan trienal tuvo una conformación más clásica de los modelos de los setenta, con coherencias posibles de matematizar. El Modelo Nacional para el Proyecto Nacional constituyó un documento de actualización doctrinaria y de objetivos por demás definidos. Claro, que la constitución nacional de 1949 fue el gran documento de la revolución peronista, sobre todo en el discurso e introducción de Arturo Sampay, donde expresa la doctrina económica y jurídica peronista.
El autor del artículo 40 en su introducción y exposición reformadora da una lección de economía mixta como pocas veces se encuentran en documentos oficiales, y es la economía que hoy hegemoniza al mundo, tanto oriental como occidental.
Nada de esto encontramos en la exposición del modelo kirchnerista: nada de proyectos y programas que aten a leyes para que se cumplan, nada que suene a compromiso a realizar, nada para realizar el relato mediático y progresista, nada para planificador, incluso desde el ministerio que lleva el nombre de planificación.
El modelo kirchnerista es un gran relato que con rapidez e inteligencia impone palabras como “destituyente” a todo lo que crítica, “apocalípticos” o “cataclísmicos” a los hechos que muestran entregas o ineficiencias, y “modelo” a su política flexible y acomodaticia.
Opiniones sobre la autodefinición de capitalista. No hemos leído, oído ni encontrado explicaciones favorables a la definición de modelo de la presidente. Martín Caparrós expresa la realidad que se oculta cuando constata que entre los 10 primeros productos que se exportan sólo uno es industrial: los automóviles, que tienen una balanza comercial negativa. También es concluyente Pablo Miceli al afirmar que el capitalismo es uno solo y su cara es la desigualdad, la injusticia y el hambre en todo el mundo: “No hay capitalismo en serio, ni en broma, ni ordenado, ni anarcocapitalismo”. Para Ariel Mayo “...el modelo económico y social defendido por Cristina es el de un ‘capitalismo en serio’... (ellos) suelen evitar hablar de capitalismo, en buena medida porque la ambigüedad les permite caer parados en todas las contingencias”. Otra opinión entiende que “...el capitalismo en serio que pregona la señora es el de los sueldos de miseria, la tercerización, la abismal brecha entre ricos y pobres, el destierro de los pueblos originarios y el saqueo de la riqueza del suelo... Efectivamente, señora Cristina, usted está proponiendo un capitalismo en serio: el que rige actualmente” (FORA, 8 de noviembre de 2011).
Profundizar el modelo. Cuando intelectuales aprendices de peronismo y “militantes” rentados (otra contradicción entre la narración y la realidad) suelen pedir que hay que profundizar el modelo, ¿qué se quiere decir?
¿Se tratará, como lo hacen los socialdemócratas, de sojizar más aún, de dar más libertad para disposición de la renta petrolera, de establecer para siempre la pérdida del autoabastecimiento del crudo, de eximir de impuestos a las financieras y a los colocadores de dinero, de extranjerizar más con niveles similares a los pequeños países centroamericanos, de pagar sin investigar la deuda del Club de París? Superar o profundizar el modelo piden ahora algunos descontentos. Como dice Alcira Argumedo (“Memorias afectadas”) “...sin duda lo que la transformación hegemónica (kirchnerista) sí ha superado es el Art. 40 de la Constitución de 1949”.
Capitalismo sin imperialismo ni colonización. Para la presidenta, el capitalismo en serio no tiene nada que ver con el imperialismo y la colonización (cuya segunda versión histórica estamos sufriendo en nuestra región). Habla de un capitalismo abstracto, bondadoso e inexistente, que ninguna relación tiene con la división internacional del trabajo y el empleo.
Bueno sería que los adictos locales del capitalismo serio, venidos del peronismo o del progresismo, relean “Las venas abiertas de América Latina” (1970), o por lo menos el primer párrafo del libro donde Eduardo Galeano dice que “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones...”
*Las negrillas son nuestras.
(*) Director del Instituto de Proyectos de Proyecto Sur (IPPS)
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