viernes, 29 de abril de 2011

Filmus el oportunista, desconsolado

El arribista Filmus, a la derecha de Carlos Grosso


Todo indica que el kirchnerismo porteño ha entrado en cólera: desde sus huestes han comenzado de manera inescrupulosa a lanzar consignas vacías y a publicitar encuestas fraudulentas contra el líder de Proyecto Sur, Fernando “Pino” Solanas. Comenzando por el “encuestador” oficialista Artemio -¿o era Cristóbal?- López, y terminando por el precandidato (ex menemista y ex grossista) Daniel Filmus, las reacciones ante la posibilidad de que Solanas finalmente direccione su estrategia política a la Ciudad de Buenos Aires no se han  hecho esperar.
Sin ir más lejos, en las últimas horas Filmus señalaba que para Solanas la Ciudad es “un premio consuelo”. Pocas veces se escuchó un insulto tan flagrante, un menosprecio tan desfachatado dirigido contra los ciudadanos del que es el distrito más importante del país. La inteligencia de Filmus hace aguas. El senador kirchnerista pareciera desconocer la relevancia política de la Capital Federal en el orden nacional, así como el vínculo cultural e incluso afectivo que Solanas mantiene con la Ciudad desde hace décadas. A parir de semejante dislate, se transparenta que al precandidato oficialista la Ciudad de Buenos Aires le interesa exclusivamente como un botín a conquistar, como una presa con que saciar la voracidad del kirchnerismo. La vida cotidiana de los porteños, ha quedado claro, no le interesa en lo más mínimo.

Como la mayor parte de los funcionarios pejotistas (que en su mayoría fueron menemistas, duhaldistas y luego kirchneristas) el curriculum de Daniel Filmus hace justicia a su cinismo: a comienzos de la década del 90 fue Subsecretario de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, nada menos que durante el gobierno del recordado Carlos Grosso, el de las escuelas “Shopping”; luego, en 1993, durante el menemato, fue asesor del Ministerio de Educación y colaboró estrechamente con la entonces ministra Susana Decibe, siendo el más importante impulsor y redactor de la Ley Federal de Educación menemista, es decir, la "descentralización" educativa a las provincias -con su secuela de asfixia presupuestaria- y la precarización docente.

 Más tarde, entre 2000 y 2003, fue Secretario de Educación porteño, secundando al malogrado Aníbal Ibarra, un aliancista-delaruísta de primera hora. Durante tres años, piloteó un proceso de declive implacable de la escuela pública porteña, caracterizado por la caída del salario docente y el derrumbe de los edificios escolares. En la bancarrota de 2001, una disposición de su Secretaría habilitó a las concesionarias de los comedores a que "adecuen los menús a la grave situación financiera". Cuando arreciaron las protestas y denuncias de niños mal alimentados, Filmus acuñó una de sus frases más conocidas: "a la escuela se viene a aprender, no a comer" (La Nación, 2/7/02). Mientras "ajustaba" a los comedores, Ibarra "arreglaba" la deuda pública de la Ciudad "hacia arriba".

Filmus fue convenientemente reciclado por Kirchner, que lo ungió como ministro de Educación, desde donde empezó a atacar a... la "política educativa de los '90" (¡!). Hasta su antigua socia en el menemato educativo, Susana Decibe, hizo saber su indignación ante estas críticas, por parte de quien "fue parte de nuestro equipo de gestión y compartía la visión y la política" (Clarín, 12/1/06).

. La posición de Filmus es clara: "En la Argentina -dice-, tenemos un sistema de educación privada con subvenciones proporcionales a la cuota, y es una modalidad muy equitativa de transferencia de recursos públicos a la capacidad de los padres para elegir la escuela de sus hijos" (Página/12, 3/1/01). Es decir que casi no difiere de Macri. Cuando asumió como secretario de Educación porteño con Ibarra, planteaba "descentralizar la administración educativa a nivel de cada comuna (...), propiciando una mayor autonomía en las escuelas para que desarrollen sus propias estrategias educativas". Suena muy cercano a las escuelas "charter" o concesionadas.

Tanto Filmus como López parecen desconocer que incluso el manual de los farsantes indica que el escamoteo tiene límites.



No hay comentarios:

Publicar un comentario