Por: Christian Rath
¿Puede un gobierno que prepara un aumento colosal de tarifas sobre el conjunto de los trabajadores -en beneficio de un puñado de pulpos imperialistas de la electricidad, el gas y el petróleo, porque se le agotan los recursos con los que pagó rigurosamente la usuraria deuda externa y subsidió al gran capital- pretender una historia que rescate la "lucha de las masas" y el "ideario nacional y popular ante el embate liberal y extranjerizante"?
Suena a impostura y lo es. Es decir: estamos ante un (nuevo) operativo de confusión. No hay que volver la mirada muy atrás para recordar a otro presidente que se engalanó con la divisa punzó, repatrió los restos del "Restaurador de las Leyes" y fundó un Instituto Rosas como dependencia estatal, en el ámbito de la Secretaría de Cultura. Para más señas, era riojano.
Perón en el gobierno fue sumamente cauteloso en mover las aguas de la historiografía, como lo revelan los nombres que impuso a los ferrocarriles nacionalizados -Mitre, Sarmiento, Roca, Urquiza. Una provocación para los revisionistas de la época.
"Pacho" O'Donnell, un menemista hasta el final, designado ahora presidente del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico, declaró que "la historia oficial nace de ese personaje maravilloso que es Mitre" (La Nación, 28/11). El arte de la ambigüedad.
¿Rosas fue un Lincoln fracasado?
Luego de ensalzar a Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra en el aniversario de la Vuelta de Obligado,(1) CFK volvió a reivindicarlos frente a la plana mayor de la UIA: "Nosotros perdimos en Caseros, ellos ganaron la Guerra de Secesión y por eso fueron la potencia industrial más fuerte del mundo" (Clarín, 27/11).
Es un exabrupto de proporciones. "Ellos" son la Unión de Estados del norte industrializado de Estados Unidos, que fueron a la guerra obligados por la secesión de los estados agrarios del sur. No lo hicieron para acabar con la esclavitud que sustentaba el monocultivo algodonero del sur sino para defender la unión del mercado interno. Avanzaron por el camino de la abolición por la necesidad de volcar a la población negra al campo revolucionario. Cualquier comparación con Rosas está fuera de lugar, porque éste representaba a los hacendados bonaerenses que fueron a la guerra del desierto para aniquilar a la población aborigen y confiscarle las tierras. Una de las contradicciones insuperables del ‘revisionismo' es la oposición que han establecido entre el mazorquero y Julio Roca, quien culminó la labor del primero. Lincoln quebró el poder de los plantadores del sur, en tanto Rosas fortaleció el latifundio ganadero.
Hacia 1860, antes de la Guerra de Secesión, la región nordeste de los Estados Unidos se había convertido en el centro manufacturero del país en un proceso vertiginoso para la época.
El valor de las mercaderías manufacturadas había pasado de 198 millones de dólares en 1810 a 1.886 millones en 1860 -casi diez veces más- y las dos terceras partes se elaboraban en los estados del norte.(2) Los dos grandes debates que precedieron a la guerra son ilustrativos: uno, enfrentó al sur, partidario del librecambio, con el norte empeñado en la defensa de las tarifas para el desarrollo de la producción industrial; otro, al norte, interesado en armar un régimen impositivo para que el gobierno se hiciese cargo de la construcción de vías de comunicación y traslado de mercancías hacia el Oeste -precedido por la entrega de tierras-, con el sur acérrimamente opuesto porque defendía la ruta que descendía hacia el Mississipi y salía hacia el mar con las exportaciones de algodón. El equivalente, para las Provincias Unidas del Plata, fue el control de la Aduana de Buenos Aires por parte de sus hacendados, en perjuicio de las provincias.
La emancipación de las colonias del Río de La Plata significó una apertura al mercado mundial que potenció a la clase de ganaderos y el acaparamiento de tierras. En la larga "época de Rosas" (1829-1852) crecieron la exportación ganadera y la apropiación de tierras fiscales, vía venta de las tierras reservadas por la Ley de Enfiteusis de Rivadavia.
¿Unión nacional?
Lincoln tuvo detrás un proceso de industrialización que fue uno de los factores animadores de la Guerra de Secesión y defendió con firmeza un planteo de unión nacional de las colonias (Lincoln se opuso a la anexión de México). Rosas consolidó el dominio de la clase terrateniente bonaerense en torno a la Aduana y, aunque aseguró la unión nacional ‘argentina', fue un factor de disgregación nacional en relación con las Provincias Unidas del Río de la Plata. Rosas firmó, cuatro años después de Obligado (1845), la secesión de la Banda Oriental, y forzó a Paraguay a pagar tributos al puerto de Buenos Aires para su comercio exterior. Solamente Bolívar podría sostener una comparación con el republicano Lincoln.
Mientras el norte industrial libraba una guerra contra la secesión nacional en la Unión Americana, por la misma fecha se desencadenaba en América del sur una guerra de naturaleza por completo diferente: la de la Triple Alianza contra Paraguay. El imperialismo inglés, privado del algodón del sur de Estados Unidos, se aseguraba el abastecimiento del mismo en la otra punta del continente con el concurso del Imperio del Brasil, el mitrismo y el coloradismo de la Banda Oriental. En el mismo período, dos guerras sellaron el destino desigual de América del norte y de América del sur.
CFK reivindica el planteo de la corriente más reaccionaria del revisionismo, la que reivindica a Rosas en contraste con Urquiza, caracterizado como representante de las oligarquías del litoral contra la oligarquía bonaerense, o a aquella izquierda del nacionalismo burgués que considera al rosismo y al mitrismo como "dos alas de un mismo partido". Por esta razón, la iniciativa revisionista de CFK, lejos de aglutinar, ha abierto una crisis en sus propias filas.
En el sur de América no hubo un Lincoln porque la estructura social agraria primitiva no habilitaba un proyecto nacional fundado en el capital industrial. Mucho antes de CFK, el fracaso de Perón demostró que la burguesía nacional no puede liderar una lucha contra la condición de dependencia financiera de Argentina, ni industrializar al país, ni unificar políticamente a América Latina.
1. Ver PO Nº 1.155, noviembre 2010. 2. Tryon, R., "Household Maufacturers in USA 1640-1860", Universidad de Chicago, 1917.
Fuente: po.org.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario