Por: Alcira Argumedo
Puede engañarse durante mucho tiempo a pocas personas o engañar durante poco tiempo a muchas personas; lo que no se puede es engañar durante mucho tiempo a muchas personas. (Dicho popular).
Contagiada por el entusiasmo que despierta la moda de revisar la historia, decidí acercarme a los archivos -instrumento esencial de los estudios en este campo- con el propósito de sumar mis esfuerzos de investigación a tan noble causa. Contando con el bagaje de trabajos previos sobre las tradiciones nacional-populares en la Argentina y América Latina, el marco teórico plantea un análisis comparativo de las concepciones doctrinarias y las realizaciones políticas de la experiencia peronista durante el período 1946-1974 -inserta en esas tradiciones- en contraste con la etapa liderada por Carlos Menem en los noventa, que se identifica con el neoliberalismo económico y sin duda es el espejo invertido de la anterior matriz de pensamiento. Finalmente, se trata de cotejar estas dos experiencias con el kirchnerismo, auto-proclamado artífice de un modelo nacional y popular, cuyas orientaciones deben evaluarse tanto por los discursos como por las medidas implementadas y la credibilidad de quienes las ejecutan, basada en la coherencia política e ideológica de sus trayectorias.
La metodología contempla la confección de una primera lista, con nombres de quienes desempeñan cargos expectables bajo la identidad del PJ y sus diversas combinaciones, en los territorios provinciales, en las intendencias del conurbano bonaerense, en el movimiento sindical, en instituciones universitarias y en el gobierno nacional. A poco de avanzar en la tarea, surgió un serendipity -hecho sorpresivo e inesperado que irrumpe en los análisis de Ciencias Sociales, desconcertando a los investigadores- referido a la altísima proporción, superior al 80%, de protagonistas destacados del actual modelo kirchnerista, incluyendo a sus principales referentes, que escasos años antes fueron protagonistas destacados del neoliberalismo menemista: mutación de dimensiones sin precedentes; fenómeno peculiar con rasgos de un salto evolutivo al estilo darwinista.
Como prueba piloto, decidimos tomar un caso-testigo con fuerte presencia pública, considerando que, además de sus actividades como funcionario, tiene una obra escrita.
El ex Jefe de Gabinete y actual Senador Aníbal Fernández -uno de los firmantes que acompaña el decreto presidencial de creación del Instituto Manuel Dorrego- constituye un ejemplo paradigmático de esta mutación; de este salto evolutivo. Desde su elección como intendente de Quilmes en 1991 por el PJ de Carlos Menem, acompañó el modelo neoliberal desempeñando distintas funciones en la provincia de Buenos Aires, hasta 2002 como Ministro de Trabajo de Carlos Ruckauf con flexibilización laboral incluida, según el dogma del neoliberalismo. En este último año fue convocado por el presidente Eduardo Duhalde como Secretario General de la Presidencia y desde ese cargo avaló el tratamiento del corralito financiero -que afectara dramáticamente a cientos de miles de pequeños ahorristas- y el salvataje de los grandes inversores, gracias a los camiones cargados de dólares que partían hacia Ezeiza: no son características propias de las tradiciones nacional-populares. Durante este período, al margen de las disputas internas entre distintos sectores, no se le conocieron diferencias con la filiación neoliberal del PJ. Eran los tiempos en que se recomendaba leer un opúsculo -El elogio de la traición de los franceses Denis Jeambar e Ives Roucaute- considerado libro de cabecera por los pejotistas, en tanto era aplicable a las más diversas situaciones.
En 2003 Néstor Kirchner lo designa Ministro del Interior y en 2007 es nombrado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, hasta que en 2009 queda al frente de la Jefatura de Gabinete de Ministros. La disputa por la 125 hizo nacer en el kirchnerismo la idea de adoptar un enfoque maoísta de contradicción principal antagónica, enriquecido por los aportes de Carta Abierta y del especial populismo de Laclau. Ante estas novedosas tendencias, con un sentido de oportunidad y una liviandad envidiables, se asume como heredero intelectual de Arturo Jauretche y llena las páginas en blanco del Manual de zonceras argentinas, escribiendo Zonceras argentinas y otras yerbas con prólogo de Cristina Kirchner.
En realidad, no es una recopilación de zonceras sino de estupideces; peor aún, de sutiles hipocresías: al inicio reivindica la civilización de los pueblos originarios por defender el ecosistema, aunque la presidenta no quiera recibir a los Qom de Formosa agredidos por su aliado Gildo Insfrán, ni frenar los despojos de tierras que sufren en las provincias pejotistas de Salta o Chaco. A continuación se mofa de Domingo Cavallo como si nunca hubiera apoyado sus políticas, cuando él mismo era neoliberal y creía en la zoncera del único camino.
Su libro no resiste ni la más piadosa comparación con Jauretche, aunque al diagramarlo haya copiado el mítico diseño de la Editorial Peña Lillo; pero pareciera servirle como chapa de nacional-popular, en un intento por borrar las huellas demasiado frescas del neoliberalismo que lo acosan y acusan: los archivos suelen ser muy crueles y la devastación de los años noventa está aún presente en la memoria argentina, aunque a muchos no les guste. Por el momento preferimos no sacar conclusiones. Sin embargo, una hipótesis preliminar acerca del proceso de mutación a partir de este caso-testigo, sería que se ha alcanzado una síntesis creativa entre Domingo Felipe y Juan Domingo.
Un fenómeno similar se daría con la mutación de la histórica Jota Pe en la actual Yuppie Pe, acompañando la conversión del 5x1 en la 4x4. Al respecto, se ha incorporado una nueva estrofa a la Marcha Peronista: “Resistimos los 90// volvimos en 2003// junto a Néstor y Cristina// la gloriosa JP”. Cabe preguntarse contra quiénes; contra qué gorilas y vendepatrias resistieron en los 90. Todo indica que debemos seguir investigando.
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