martes, 20 de diciembre de 2011

A diez años de El Argentinazo

Por: Leandro Barolo


Imágenes de la represión del 19 y 20 de diciembre


El 19 y 20 de diciembre es lo que los militantes siempre buscamos, anhelamos que el pueblo salga a la calle, se movilice, participe, se involucre. Siempre trabajamos para eso, para encauzar el malestar en la transformación de la sociedad, de la política, de la cultura, de la desigualdad y un largo etc.

Es que aquello fue la experiencia que nos formo a muchos que veníamos cuestionando no solo al bipartidismo sino al conjunto de las expresiones políticas y que nos veíamos reflejados en el que se vayan todos.

Desde los medios hegemónicos (oficial y opositores) se insiste en mostrar a las jornadas históricas de diciembre como producto de una medida económica que retuvo los ahorros de los sectores medios. Como ya sabemos estos recortes de la realidad intentan imponer una versión de los hechos escondiendo un fenómeno social multicausal, que encierra una clara conciencia transformadora.

El primer argumento de peso es que el movimiento pos 2001 desembocó en dos organizaciones bien diferenciadas que no existían y que perdieron por lo menos en su peso específico: las organizaciones de ahorristas encabezadas por el humorista radical Nito Artaza y el proceso de asambleas barriales.

En primer lugar debemos decir que lo que caracteriza la etapa es que habiendo pasado más de una década del derrumbe del socialismo Real, el mundo unipolar atraviesa una crisis de hegemonía. El capitalismo empieza a perder legitimidad entre la población reflejándose en una crisis general de su clase dirigente y de las expresiones antisistémicas que si bien enfrentan al régimen son incapaces de formar alternativas de poder que lleve adelante procesos de transformación.

El “que se vayan todos”, o el pueblo unido avanza sin partido, son expresiones que reflejan la impotencia de las masas frente a la ausencia de una alternativa de poder y a la vez de sus limitaciones al no poder conformarla.
Los cientistas sociales tienen una deuda en dar explicación al fenómeno que provocó el espontaneismo de dichas jornadas, sin este análisis es imposible abordar una caracterización seria de este gobierno y de la etapa que se abrió pos diciembre del 2001.

Pensamos que el abordaje serio de un análisis supone introducir ciertos elementos sabiendo que como en todos los procesos sociales esos análisis no pueden explicar el todo. Aun así, reconociendo estas limitaciones pensamos que desde la llegada de la democracia en el 83, la actividad política de las expresiones que han gobernado pero también la que no lo han hecho han provocado la frustración de la sociedad civil.

El radicalismo que no pudo garantizar que con la democracia se cura, se educa y se come, el PJ que no solo no llevo adelante ninguna revolución productiva, sino que además llevo adelante la entrega más feroz e inédita de nuestra historia, acompañada enérgica y vehementemente por el difunto Néstor Kirchner como gobernador de Santa Cruz.

El desencanto de la población a los dos partidos mayoritarios abrió en distintas oportunidades la posibilidad de abrir espacios alternativos. El PI de Allende en los 80 claudicó ante el peronismo, el frente grande de Chacho Alvarez claudicó ante la UCR, es decir el fracaso de todas esas experiencias lleva a la población a ver que la política no soluciona los problemas elementales de la vida de los argentinos.

Una generación de militantes nos formamos en organizaciones sociales (movimientos de desocupados, centros culturales, bibliotecas populares, asambleas barriales, etc) que hoy podríamos caracterizar como la izquierda independiente. Al no ver a los partidos políticos como una herramienta de transformación nos concentramos en el desarrollo del poder local y territorial. Dejando como saldo una diversidad de experiencias que todavía tienen la limitación de no confluir en la construcción de una herramienta política.

Todo ese descontento producto de la desilusión de las expectativas generadas de los que gobernaron y los que no lo hicieron, la falta de soluciones a los problemas elementales de la sociedad, vivienda, alimentación, salud , educación, trabajos dignos, etc. Provoca una crisis de representatividad y el divorcio de la sociedad con los partidos políticos, esto es lo que estalla en las históricas jornadas del 2001.

El gran problema de la consigna de que se vayan todos es que no existía una herramienta política que reemplace a la clase dirigente que viene detentando el poder.

El 19 y 20 quedó impregnado en la conciencia colectiva de que el pueblo movilizado voltea gobiernos, haber pasado por esa experiencia nos enseña que sin una alternativa política que dispute poder, la crisis solo sirven para que el régimen se lave la cara, muestre un nuevo relato y vuelva a generar nuevas expectativas que después se ocupara de frustrar.

Desde el relato oficial (miremos hoy y mañana 678) se mostrará el desastre de la crisis, compararán los números estadísticos de aquella fecha para contrastarlos con las estadísticas de ahora, todo para hacernos creer de cuanto han cambiado las cosas, mostrarán los índices de desocupación, las tazas de crecimiento, el índice de riesgo país, los índices de pobreza, etc. Con esos números intentan instalar que el oficialismo y su mentado modelo sacó de la crisis a todos los argentinos. Tan preocupados están que frente a la consigna que se vaya todos que no quede ni uno solo, lo compararán con el % 54 mostrando como superada la crisis de representatividad.

En lo económico no se ha modificado la estructura económica del país, el saqueo continua, y en pocos meses el gobierno mostrará los dientes como ya lo esta haciendo con la ley antiterrorista, la clase dirigente sigue siendo la vieja estructura pejotista, sectores de la burguesía nacional y trasnacional y el sindicalismo burocrático, que el gobierno se ha ocupado de lavarle a todos la cara.

Es decir, el kirchnerimo es la recomposición del régimen, es la cara buena del modelo saqueador frente a la amenaza de la movilización del pueblo, son las concesiones que la clase dominante se vio obliga a dar frente a posibles y nuevas rebeliones.

Es la reconstrucción de lo viejo y su búsqueda ambiciosa de ganar cada vez más hegemonía.
Las continuidades son muchas, lo que cambio a partir de esa fecha es que la clase dominante no podía seguir gobernando como lo venía haciendo. Hacia falta cambiar el discurso y crear nuevas expectativas para contener, dentro del régimen, el descontento general.

El 19 y 20 de diciembre abre un interrogante para pensar que fue lo que sucedió que en forma sorprendente sin que los analistas políticos, los cientistas sociales y hasta la propia clase política, no advirtiera el animo general del pueblo, y se provoque una de las movilizaciones mas importantes de nuestra historia sin que nadie la convoque.

La autoconvocatoria se venia practicando algún tiempo antes, en distintos tipos de luchas, la huelga docente desde ese mismo año, en la provincia de Buenos Aires, generó autoconvocatorias docentes que el sindicato no podía contener por que desbordaba sus capacidades y sus intereses.

El espontaneismo no es un fenómeno aislado, en la historia universal encontraremos muchas experiencias, también sus resultados son conocidos, la movilización llega a la cresta de la ola y después comienza a diluirse. Queda muy poco si no hay una fuerza política que encause toda esa energía popular en un proceso de transformación.

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